martes, 2 de noviembre de 2010

Sobre el cine Z en general

No sé si al mundo le pase lo que a mí me pasa con las películas de zombies, denominadas en adelante como "cine Z", que soy feliz feliz feliz feliz feliz. El cine Z tiene eso que me hace tener esperanzas en la humanidad.

¿Qué busca el cine z? Mejor, antes de comenzar, tengo que aclarar algo: Este blog está dirigido al cine, lo sé, y esto lo saco a partir de una serie nueva inspirada en un comic llamado "The walking dead", de Robert Kirkman. Leí los primeros números del comic para encontrarme con una deliciooooosa historia que retrataba lo que entiendo del género en particular. Así retomo la pregunta que hice al principio, al comprender lo que quiso decir el autor en su prólogo.

Kirkman (lo tuteo porque el medio me lo permite, eh eh eh!) dice que par él "las mejores películas de zombis (…) nos demuestran lo fastidiados que estamos, nos hacen reflexionar sobre nuestra posición en la sociedad... sobre la posición de nuestra sociedad en el mundo. Nos muestran el gore y la violencia y todas esas cosas guays, también... pero siempre hay una corriente subterranea de comentario social y reflexión". Y así nos encontramos ante la magia del género: El final del sistema, la renovación, el shock. En "Tierra de muertos" nos encontramos con un grupo de sobrevivientes que ha creado una sociedad llena de los mismos vicios que padecía la sociedad extinta, y uno curiosamente termina del lado de los zombies. En "Amanecer de los muertos" vemos cómo los sobrevivientes huyen a un centro comercial y comienzan a vivir ahí, abastecidos de todas las cosas que necesitan. En "Exterminio" vemos a los últimos habitantes de Inglaterra encerrados en su isla declarada en cuarentena por el resto del mundo. Todas y cada una buscan hacer una crítica fuerte al sistema y al mismo tiempo desnudar al hombre en su estado natural. ¿Estamos preparados para un reset? ¿podríamos comenzar de cero? ¿qué sucedería con el mundo que conocíamos?

Comenzar nuevamente. El motor que origina todo. El hombre como ese ser vulnerable y adaptable. Todas son herramientas válidas para el cine Z, pero no son el todo. La capacidad del hombre de reinventarse es la base de éste ante el mundo. Y si una catástrofe del corte de fin del mundo por ataque de zombies no es la clase de situación que obliga al ser humano a reinventarse, no sé qué sería capaz de forzarlo.

La próxima vez que vea un muerto vivo caminando por la calle, pregúntese por qué tiene que desaparecer él, y no ud., estimado lector, enajenado en otras muertes en vida.

Como regalo: The walking dead, el comic (Es española la traducción, pero el comic no está tan "coñazo", así que es super agradable de leer)

Y si le tinca saber sobre las películas citadas, como siempre, la biblia provee:

Land of the dead (o "Tierra de muertos")

¡No sea zombie! (o como decía una amiga muy querida: Lombie)

lunes, 27 de septiembre de 2010

¿Hecho real o ardid publicitario?


Contactos del cuarto tipo… comentario sólo apto post película

Desde Chile a Alaska existen suficientes kilómetros de distancia como para que la duda razonable se convierta en una pequeña preocupación que estimule el crecimiento de una curiosidad obsesiva.

“Contactos del cuarto tipo” o “The fourth kind” es un filme que combina el thriller y la ciencia ficción con la forma de una adaptación cinematográfica de una historia real documentada.

En principio, el montaje de las imágenes confunde al espectador, el formato visual de las escenas emula la simultaneidad de hechos que se presencia en los capítulos de la serie 24. Pero luego, a medida que avanza la presentación de la trama, el espectador descubre que no se trata de una simultaneidad de acontecimientos, sino que de una contraposición de imágenes del mismo hecho. Por un lado, está la Dra. Abby Tyler, quien es la supuesta protagonista original de la historia en la vida real. Por el otro, Milla Jovovich, interpretando a la Dra. Abby Tyler en la recreación cinematográfica de la historia. Tal contraposición, primero, induce al espectador a cuestionarse si está frente a dos ficciones (algo innecesario en cine) o frente a la realidad versus la ficción (hecho que lo obliga a creer en aquello que se le presenta)

Hasta aquí es una propuesta interesante. La historia y la forma en que se presenta atrapan fácilmente a quienes creen en seres extraterrestres y le dan cabida a hechos paranormales. La duda que secretamente muchos guardan se alimenta de este tipo de ficciones y dirige la atención de la audiencia a la pantalla de principio a fin. El problema o crítica que se genera en torno de este filme en particular, que definitivamente tiene relación con el intento de engaño publicitario que realizó “Paranormal activity” en menor grado, es que juega con la fe del espectador y le vende por realidad una ficción camuflada con verosimilitudes para engañar descaradamente al público.

No sólo emplean la contraposición de imágenes para hacer pensar que la cinta guarda algo de verdad en ella, sino que al final del filme quiebran el suspenso de lo incierto de la ficción y la plantean abiertamente como realidad. Los productores se mofan abiertamente de la fe de quienes quieren creer. Publican los datos del actual paradero de la Dra. Y de su familia como si fueran personas reales. Pues no, no lo son.

Toda la trama es un vil ardid publicitario que juega con la credibilidad y abusa de los crédulos espectadores. La persona que aparenta ser la original Dra. Tyler es una actriz con ficha en IMDB (la Biblia) y el caso jamás existió, no existe registro alguno en Nome, Alaska, de tales incidentes. Todo lo que afirmo es corroborable vía Internet. Lo único que puedo decir a favor de los nuevos mentirosos de Hollywood, y los cito a ellos mismos, creer es decisión nuestra.

¿Qué tan crédulos somos? Díganmelo quienes aún teman por las noches ver un búho blanco y quieran viajar a Alaska para mirar el cielo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Original Soundtrack (Life’s OST)

Cuando vemos una película lo primero que se nos presenta es la imagen; la correcta mezcla de colores, rostros, locaciones y miradas. Lo siguiente es la historia; la trama bien desenvuelta de una historia “ojalá” nunca antes contada con palabras tan perfectas. Y, finalmente, los sonidos. La música que por siempre asociaremos a esa película y nos hará conectarnos con ella en los momentos más inesperados de nuestra vida.

La banda sonora de una película suele ser un plus muy importante al instante de internarse en la memoria colectiva. Una canción bien elegida puede eternizar un filme como también puede convertirlo en otra película “alguna vez vista”. Ahora, claro que este es sólo un plus, algo que convierte al filme en un recuerdo sonoro, además de visual. Pero de la misma forma que es un plus usado para el bien, en el tiempo, Hollywood, ha sabido usarlo para hacer el mal.

Hay grandes películas que se han instalado en nuestra memoria gracias a este recurso sonoro. Está, por ejemplo, “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” con la sencilla y cautivadora canción interpretada por Beck: “Everybody’s got to learn sometime”.

Este tema simplemente te envuelve después del shock emocional que te produce la película protagonizada por Jim Carrey y Kate Winslet. Y así, hay tantos otros ejemplos de películas eternizadas musicalmente: “Ghost” o “City of angels”.

Sin embargo, todo súper-poder puede ser mal empleado. A lo largo de la evolución cinematográfica se descubrió el impacto de la correcta conexión sonora entre imagen y espectador. Hollywood aprendió a disfrazar pésimas películas de potenciales grandes recuerdos colectivos, a través de la correcta banda sonora.

No puedo decir que odie películas como Flashdance. Admito que es un filme de culto, pero, ¡por favor!, no es una joya del cine. Y si no fuera por “What a feeling” integrada en el momento clímax de la cinta, quizás ni siquiera sabríamos que alguna vez existió una joven chica soldadora que amaba la danza.

Otro ejemplo más claro de este abuso de súper-poderes es Disney. Cada película de Disney se constituye por dos grandes elementos: un cuento de la literatura clásica deformado y una canción cautivadora interpretada por algún famoso artista en busca de un hit. Nuestra mente y la memoria colectiva están llenas de información musical puesta ahí a propósito para darle forma. A través de esta conexión sonora entre realidad e idealidad es que hemos formado nuestra concepción del romance y la pasión.

Disney, sin duda, no “Sueña” con “Un mundo ideal”, sino que lo construye a su antojo. Hollywood también genera productos ideales que envía a la realidad para alterarla. Y la misma lucha entre realidad e idealidad que se ha hecho manifiesta en todas las ramas de las artes visuales y, ahora, en el cine, se hace manifiesta en nuestras propias mentes mediante el recurso sonoro de “Original Sound Track”.

martes, 24 de agosto de 2010

500 days of Summer: “Que le gusten las mismas cosas freak que te gustan a ti no quiere decir que sea la indicada”

Tremenda película. Me atrevo a decir que de lo mejor que vi el año pasado, y como coincidencia de la vida, pasaba por una época de conocer a una mujer especial y todas esas cosas que tanto nos gustan a nosotros, los hombres. Ella era amiga de una amiga, vivía en Antofagasta (y yo me encontraba en casa de mis papás en Antofagasta por aproximadamente un mes) y enganchamos inmediatamente. Cuando tenía la oportunidad salía con ella, íbamos a alguna parte, nos tomábamos algo, y conversábamos eternamente. Podíamos caminar por todo Antofagasta hablando nada más y fácilmente nos atrapaban altas horas de la madrugada sin darnos cuenta. Parecía ideal, teníamos mucho en común. Pero no.

500 days of Summer trata sobre la historia de Tom Hansen, un joven entusiasta de la arquitectura que se dedica a escribir tarjetas de saludo (las que uno compra para ocasiones especiales). En este trabajo conoce a la nueva interna, Summer, y de a poco se va enganchando con ella. Descubre que tienen gustos muy similares, escuchan la misma música, y disfrutan actividades en conjunto como nadie lo hace. Tom siente que está junto a la que será la mujer de su vida, pero se enfrenta a una gran barrera: Summer no quiere una relación estable. La película es un divertido y profundo análisis a su relación, a las lecturas de su comportamiento (me quedo con una de las conversaciones, en que él le pregunta cómo estuvo su fin de semana, a lo que ella responde “bieeen”, lo que éste interpreta como que estuvo teniendo sexo con este tipo que conoció en el gimnasio todo el fin de semana, bravo por la psicosis y las malas lecturas entre letras) y a cómo cambia la vida alrededor en un constante movimiento, sin importar cuanto queramos quedarnos estancados.

En cuanto a la historia y lo que pasó con esta chica a la que me refiero, cito a la hermana pequeña de Tom (y probablemente su más sabia consejera), la pequeña Rachel que dice “que le gusten las mismas cosas freak que te gustan a ti no quiere decir que sea la indicada”. Así nada más. Gracias por las conversaciones geniales, los paseos nocturnos y la compañía, pero al final eras Summer.

A ver como sale mi Autumn.


Más info sobre la película aquí

miércoles, 11 de agosto de 2010

El grito silencioso


El silencio de un efecto sonoro es un recurso muy utilizado en cine con el fin de enfatizar la expresión, en este caso: el grito.

La emocionalidad o énfasis emotivo se articula desde la ausencia. Vemos el grito a través de la imagen, podemos sentirlo, mas no oírlo. Entonces, ¿cómo nos llega la magnitud de su dolor? La magnitud del dolor es justamente la que ahoga el grito hasta dejarlo en silencio.

El sentimiento (dolor) se vuelve tan importante en la escena que al ejercer su dominio se ausenta. Está en todo cuanto compone la imagen y, aún así, no está materialmente ahí. Adquiere un carácter ideal. Y, como la razón indica, realidad e idealidad no son compatibles. Por lo tanto, se torna imposible de representar materialmente. Puede simbolizarse (en la expresión) pero no contenerse.

La pintura desde hace siglos es testigo de la lucha que promueve el arte entre realidad e idealidad. La imagen no es más que el residuo y resultado de esta lucha. El recurso de la ausencia de un elemento que se hace presente está en grandes obras del arte, como el grito desesperado de Münch. Puedes sentirlo, mas no oírlo, pero el grito está y alcanza cada pedazo del espectador. Lo mismo en el cine. Se contempla mucho más que las palabras y se percibe mucho más
que imágenes. Se reciben emociones, expresiones, sonidos, silencios; se siente.

Lo mismo hace Coppola al final de “El padrino, tercera parte”. Cuando Michael Corleone pierde a su hija en un atentado contra él, el dolor se vuelve tan intenso y profundo que lo supera materialmente, entonces, el grito de dolor sólo puede tomar forma en la ausencia: el silencio.

Cuando un autor habla de un “algo indescriptible”; habla de aquello sublime que lo supera y ni las palabras logran contener. Eso es una idealización. Eso es un grito ahogado. Que sólo logra “ser” en el silencio.

miércoles, 4 de agosto de 2010

“Con ánimo de amar: la forma de la ausencia”



Ausencia. Todo episodio de lenguaje que pone

en escena la ausencia del objeto amado –sean cuales

fueren la causa y la duración- y tiende a transformar

esta ausencia en prueba de abandono.

Roland Barthes, “Fragmento de un discurso amoroso”.

La ausencia se precipita rápidamente, se siente la soledad y sobre todo el peso de la noche, el peso de la sociedad, el peso de nosotros mismos. Esa es la evidencia que nos deja “Con ánimo de amar” del cineasta Wong Kar Wai.

La película comienza cuando un par de matrimonios se hacen vecinos, estos se mudan el mismo día a departamentos contiguos. Por un lado se encuentra el matrimonio del señor Chow, por el otro, el matrimonio de la señora Chan. El señor Chow y la señora Chan son los protagonistas de esta historia.

Los matrimonios de estos se viven en la ausencia. La señora Chan siempre se encuentra sola por los largos viajes de su marido, y el señor Chow igualmente está sólo. La ausencia de sus parejas los hacen vivir en la soledad, en las comidas compradas para uno, en el no tener con quién compartir el último momento del día al volver a casa luego del trabajo. Es aquí donde se conocen los protagonistas y donde gestan su relación a base de conversaciones producidas por la necesidad de compartir. Entre conversación y conversación se dan cuenta del engaño de sus cónyuges que mantienen una relación de amantes entre ellos, y los protagonistas intentan revivir cómo fueron engañados.

Es la ausencia de los seres amados lo que provoca esta relación, se reúnen para conversar de su falta, de la falta de sus parejas, del engaño que sufren. Ellos son los que se quedan, los que esperan, los que imaginan cómo son las cosas. La carencia se hace visible en el engaño, en el sentir del abandono en que se encuentran, en vivir una vida que no es de ellos pensando en el engaño.

Nos encontramos con la pura visualidad de una historia, lo que vemos es lo que es. La forma de la ausencia se hace presente. No es el relato el que nos sitúa en la historia de los que se quedaron, en esa espera y en esa carencia, si no que es la visualidad.

Wong Kar Wai no estima en la profundización del diálogo, quiere reencontrarse con la provocación de la mirada, de leer la imagen para comprender la historia. Su relevancia se encuentra en los espacios, en el ambiente, es decir, en el contexto visual que genera para completar a los personajes. En esa estética de los sesentas mezclada con ese carácter chino se produce la forma de la ausencia, la forma de quienes no están, el engaño y el intento por vivir sin el peso de ellos mismos, puesto que la soledad los conlleva a encontrarse con una realidad que no quiere ser vista, pero que es evidente.

Los protagonistas se reúnen para conversar lo mismo, lo que interesa es lo furtivo de sus encuentros, y cómo este cineasta se vale de la imagen para hacer que los espacios abiertos y públicos como las calles, se vuelvan lo más íntimo en la toma, se confabulan para cerrarse en la intimidad de los personajes. Esa intimidad es máxima en la melancolía de la imagen, cuando recuerdan entre ellos la ausencia de sus parejas y cuando esta se transforma ya no en la melancolía de esos otros, si no en la melancolía por la separación entre la señora Chan y el señor Chow.

El paso del tiempo en esa soledad acompañada que viven los protagonistas se desarrolla visualmente, vemos el correr del reloj, vemos los cambios de escena en los mismos espacios y en la misma ambientación, pero con diferentes vestuarios. Más allá de los diálogos, que por cierto son muy concisos pero muy bien conformados, Wong Kar Wai nos da la necesidad de apreciar los momentos secuenciales del paso del tiempo, no hay tiempo silente pues nos dice todo a través de la puesta en escena. La musicalidad de estas secuencias plasma el proceso lento de la melancolía, de la soledad.

Sin duda, es un deleite visual. La riqueza de las texturas de los espacios, de las sensaciones táctiles que nos da la imagen, como el querer tocar el humo del cigarrillo tantas veces fumado, tantas veces pensado. Es donde nos encontramos con la forma presente de lo ausente, no es necesario decir mucho, no es necesario murmurar millones de palabras, simplemente hay que observar, sentir y escuchar la imagen.

En fin ¿Cuál es el peso de la ausencia? ¿Cómo puede llevarse ese peso si eso no está? …para eso queda la sensación del que quedo en el abandono, la melancolía, queda el recuerdo, el regreso de lo que fue, la repetición de la imagen, queda la transformación de lo que no está, queda el ánimo de amar.


Información sobre la película aquí

lunes, 26 de julio de 2010

Departures: El ritual de la despedida.

El otro día, mientras caminaba por Lastarria junto a unos amigos, pasé frente al Biógrafo y noté que estaba esta película en cartelera, y comencé a recordar las circunstancias en que me topé con ella.

El año pasado falleció mi abuelita como resultado de una larga batalla contra el cáncer, y por este período estuve particularmente susceptible y sensible en relación a la percepción de la vida y sus detalles, y como por arte de magia apareció esta película en mi vida. Recuerdo precisamente el momento en que la vi: una noche cualquiera, un poco de tiempo libre antes de irme a dormir, Messenger funcionando. Todo partió como una excusa para matar el tiempo y acabó como una alegoría de mi vida hasta ese momento.

La película trata sobre Daigo Kobayashi, un joven chelista (de los que tocan chelo. Los que toman chela no tienen profesión ni oficio relacionado con el rubro, sorry) que pierde su trabajo debido a la quiebra de su orquesta y junto a su esposa, Mika, debe volver a su pueblo natal. En éste lugar decide trabajar en “NG”, una agencia que se dedica a practicar el Nokanshi, un tradicional y antiguo ritual mortuorio que consiste en preparar al difunto para su viaje hacia el más allá. Ahora bien, no comprendo el motivo, debe ser por idiosincrasia, pero a nuestro protagonista pareciera avergonzarle su nuevo oficio y carga con el peso de tener que llevar la nueva ocupación en secreto.

La cosa que pasa con esta película es que, mientras el personaje principal hace un viaje espiritual y sana viejas heridas, yo fui haciendo mío su pesar, su autodescubrimiento y sus conclusiones. Así como el personaje se interioriza con el largo procedimiento al que se debe acostumbrar (bañar y vestir al difunto, perfumarlo y realizar una ceremonia de partida), hice mio su aprendizaje, y con él lloré, reí y me perdoné por no tener nada que hacer más que acompañar a aquellos que se van.

No diré que fue gracias a él que pude asumir con mucha más calma lo de mí abuelita, porque le agradezco eternamente a mis amigos y mí familia que estuvieron siempre junto a mí. Lo que diré es que ciertamente hizo las cosas un poco más llevaderas.


Más información sobre esta película en IMDB.